Situada a altitudes que a menudo superan los 3500 metros sobre el nivel del mar, la Puna de Catamarca es una de las regiones más remotas, vírgenes y visualmente impresionantes de Argentina. Esta meseta de gran altitud, que forma parte de la extensa Puna Andina que se extiende por Argentina, Chile, Bolivia y Perú, es una tierra de extremos.
Lo que hace única a la parte de Catamarca de la Puna es su mezcla de paisajes volcánicos, inmensas salinas y lagunas surrealistas ricas en minerales. Dominando el horizonte se encuentran algunos de los volcanes más altos del mundo, muchos de ellos gigantes como el Ojos del Salado, uno de los volcánes más altos de la Tierra con 6.893 metros. El terreno cambia drásticamente: en un momento puedes estar atravesando una interminable extensión blanca en el Salar de Antofalla (uno de los salares más largos del mundo) y, al siguiente, estar frente a los campos de lava de Campo de Piedra Pómez, un laberinto de piedra pómez esculpida por el viento.
La vida en la Puna tiene un ritmo ancestral. Pueblos como Antofagasta de la Sierra, El Peñón y Antofalla conservan las tradiciones de las comunidades Kolla y Atacameña, cuyos medios de vida se basan en el pastoreo de llamas y el cultivo de quinua en un ambiente seco. Los restos arqueológicos y los petroglifos dan testimonio de la profunda historia precolombina de la región, que en su día formó parte de las rutas comerciales incas y de culturas anteriores que se adaptaron ingeniosamente a este entorno tan difícil.
La inmensidad y el aislamiento provocan una profunda sensación de asombro, un lugar donde la naturaleza sigue reinando de forma imperante.
En este artículo vamos a hablar sobre la Puna y sus principales atractivos, en los alrededores de Antofagasta de la Sierra y Fiambalá, punto de partida ideal para conocer la Puna de Catamarca:
- Campo de piedra pómez
- Volcanes de Antofagasta
- Salar de Antofalla
- Balcón del Pissis
- Ruta de los Seismiles
Table of Contents
¿Qué es la Puna?
La palabra Puna tiene origen quechua y significa «región de gran altitud».
La ecorregión de la puna se encuentra en la cordillera central de los Andes. Se extiende desde Perú, pasando por Bolivia, hasta el norte de Chile y Argentina. La puna argentina, en las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca, se encuentra a una altitud media de unos 3500 metros.

Fauna silvestre en la Puna de Atacama
La fauna más representativa de la Puna incluye vicuñas.
Entre las aves, cabe destacar la presencia del flamenco y el suri.

Clima en la Puna de Catamarca
El clima de la Puna tiene una gran amplitud térmica, que varía según la altitud.
Los días pueden ser cálidos bajo el intenso sol andino, pero las temperaturas bajan drásticamente después de la puesta del sol. Las precipitaciones son escasas, los cielos son casi siempre de un azul cobalto y la claridad del aire revela impresionantes cielos nocturnos, lo que convierte a la Puna en uno de los mejores lugares de Argentina para observar las estrellas.
Siempre se recomienda vestirse con varias capas de ropa, debido a las grandes variaciones de temperatura.
El campo de piedra pómez
El Campo de Piedra Pómez es una de las maravillas naturales más surreales y menos conocidas de Argentina. Con una extensión de más de 25 kilómetros, este vasto laberinto de formaciones claras esculpidas por el viento parece menos parte de nuestro planeta y más un fragmento de una luna lejana.
El campo nació de una colosal explosión volcánica hace miles de años. El material volcánico sobrecalentado, expulsado por erupciones cercanas, se enfrió rápidamente en la atmósfera fina y seca, atrapando burbujas de aire dentro de la roca y dando a la piedra pómez su distintiva textura ligera y porosa. Con el tiempo, los vientos implacables, las temperaturas extremas y las ocasionales tormentas andinas esculpieron la roca en imponentes paredes, crestas afiladas, delicadas agujas y formas fantasiosas.
El contraste de colores es sorprendente: el blanco casi puro y el beige suave de la piedra pómez se combinan con el azul cobalto intenso del cielo de gran altitud, y los rojos oxidados y marrones chocolate de los conos volcánicos circundantes completan la escena. A primera hora de la mañana o al atardecer, la luz tenue acentúa las texturas y proyecta largas sombras que transforman el paisaje en una obra de arte abstracta.

Volcanes de Antofagasta
El pequeño pueblo de Antofagasta de la Sierra se encuentra rodeado por un silencioso ejército de volcanes, antiguos centinelas que han moldeado el terreno durante millones de años. Esta es una de las regiones de Argentina donde se encuentran más conos volcánicos, tanto inactivos como extintos, cuyo tamaño y colores desafían cualquier expectativa.
Los volcanes más cercanos al pueblo son el Antofagasta, el Alumbrera, el Colorado y el Jote.
La estrella de la zona es el volcán Galán, con su inmensa caldera (una de las más grandes del mundo), y el volcán Carachi Pampa, con su cono basáltico negro que se eleva junto a una laguna de color carmesí (visible desde el Campo de Piedra Pómez).
Estos volcanes son más que curiosidades geológicas; son los arquitectos de los paisajes circundantes. Sus erupciones dieron origen a las características más llamativas de la región: vastos campos de piedra pómez, ríos de lava congelada y depósitos minerales multicolores.
El duro entorno de los altos Andes, con su aire enrarecido, su intensa luz solar y sus noches gélidas, ha mantenido la zona en estado prístino. Pocos lugares en la Tierra se sienten tan intactos. Sin embargo, la vida persiste: los flamencos se alimentan en aguas ricas en minerales, las vicuñas pastan en escasos mechones de hierba y las comunidades Kolla y Atacameña continúan con tradiciones arraigadas en siglos de adaptación a esta tierra volcánica.

Salar de Antofalla
Con una extensión de más de 150 kilómetros a lo largo de las remotas tierras altas de Catamarca, el Salar de Antofalla es uno de los más largos del mundo y un verdadero tesoro escondido de la Puna argentina. A más de 3900 metros sobre el nivel del mar, esta vasta extensión de sal blanca y deslumbrante está enmarcada por montañas ocres y picos volcánicos.
El corazón del salar es un mosaico surrealista de costras de sal, lagunas poco profundas y superficies ricas en minerales que brillan bajo el intenso sol de la altitud.
A un lado del salar, encuentra el pequeño pueblo de Antofalla, hogar de la comunidad Kolla Atacameña. Sus casas de adobe, antiguos canales de riego y tradiciones ofrecen una visión de un modo de vida adaptado desde hace mucho tiempo a las condiciones extremas de la Puna.
La formación Ojos de Campo (junto con otras) es una impresionante vista en el salar: géiseres extintos de agua salada en diferentes tonos de azul, verde, rojo y naranja. Se puede acceder a ella en excursiones en 4×4 con guías autorizados.

Quebrada de Calalaste
A más de 4000 metros de altitud, la remota Quebrada de Calalaste está rodeada de escarpadas cumbres, laderas volcánicas y cauces secos moldeados por milenios de viento y agua.
A pesar de su aspecto árido, Calalaste es un hábitat vital para la fauna andina. Es especialmente conocida por sus grandes manadas de vicuñas, que deambulan libremente por las doradas praderas de ichu. Los zorros andinos y una gran variedad de aves completan el tapiz viviente de este paisaje virgen.
La soledad de la quebrada es su mayor encanto.
Balcon del Pissis
En lo alto de la Puna de Catamarca, a lo largo de uno de los tramos más espectaculares de la Ruta 60, se encuentra el Balcón del Pissis, un mirador natural que enmarca una de las vistas más imponentes de los Andes: el monte Pissis. Con una altura de 6793 metros, este volcán inactivo es una de las montañas más altas del hemisferio occidental, un gigante remoto que se extiende a ambos lados de la frontera entre Argentina y Chile.
Desde el balcón, el panorama es sencillamente impresionante. El monte Pissis domina el horizonte con sus enormes laderas cubiertas de nieve y sus picos glaciares. En días despejados, el aire fresco de los Andes revela los detalles de las crestas y los valles de la montaña, ofreciendo una visión única de su enorme tamaño y majestuosidad.
Llegar al Balcón del Pissis es en sí mismo una aventura, que a menudo requiere un viaje en 4×4 por caminos difíciles a más de 4500 metros sobre el nivel del mar. Pero para quienes realizan el viaje, la recompensa es el encuentro con uno de los picos más legendarios de los Andes, visto desde un mirador que realmente le hace justicia.
Allí, con el viento barriendo la meseta y la montaña elevándose en silenciosa grandeza, es imposible no sentir la inmensidad y la atemporalidad de la Puna.

Ruta de los Seismiles
La Ruta de los Seismiles es una de las carreteras más altas y espectaculares del mundo. Serpenteando por la Puna a lo largo de la Ruta Provincial 60, cerca de la frontera con Chile, toma su nombre de la extraordinaria concentración de picos andinos que se elevan por encima de los 6000 metros —más de 20 en total—, lo que convierte a esta región en un paraíso para los montañistas, fotógrafos y amantes de los paisajes extremos.
Aquí, volcanes como el Ojos del Salado, el Pissis, el Bonete y el Tres Cruces dominan el horizonte, con sus enormes laderas cubiertas de nieve y hielo incluso bajo el intenso sol del desierto.
¿Cuándo viajar?
La mejor época para viajar a la Puna de Catamarca es el otoño (de marzo a mayo) y la primavera (de octubre a diciembre).
¿Cómo llegar a Catamarca?
Las principales ciudades desde las que se puede partir, que cuentan con aeropuertos y vuelos regulares desde Buenos Aires, son Salta y San Fernando del Valle de Catamarca.
Desde allí, se recomienda viajar con un guía en un 4×4 para explorar la Puna de Catamarca. Se trata de una zona muy remota, por lo que es mejor aventurarse con la ayuda de un guía local.